miércoles, 21 de abril de 2010

SALMO 104: UN DIOS QUE AMA SU CREACIÓN
El paradigma del cristiano

Benjamín Bravo
Asociación Paz y Esperanza
Iglesia Evangélica Peruana

A nadie le es ajena la crisis ambiental que pasa el mundo. Hoy, lamentablemente, la vivimos en carne propia; dejó de ser futura y por tanto, inexistente para muchos. Vemos las consecuencias de la catástrofe ecológica, no sólo en los países pobres, sino también en los países desarrollados, económicamente hablando. Sin embargo, quienes más sufren con estas consecuencias son los más pobres.

Para muchos, la religión cristiana es la responsable de la crisis ambiental, por su centralismo en el hombre y su dominio de la tierra. Sin embargo, como cristianos, debemos buscar en la Biblia, el discurso que surge desde sus páginas, que dista mucho de ser una defensa del dominio de la tierra y de la destrucción del medio ambiente, sino que presenta la creación como una forma de acercarnos al Dios de la Vida. Revisemos el salmo 104:

1. La Naturaleza es una expresión de Dios (v. 1-4). El Salmista nos va a presentar en los cuatro primeros versículos que toda la naturaleza nos habla de Dios; podríamos decir que nos da testimonio de su grandeza, de su gloria, de su magnificencia. Al ver la belleza de la naturaleza, el hombre no puede sino exclamar cuán grande y sabio es Dios!. La belleza del paisaje también nos habla de un Dios que se complace en lo estético. Destruir la naturaleza entonces, es atentar contra ese testimonio que se nos da de Dios.

2. La naturaleza es creación de Dios (v. 5-9). Esa creación ha sido hecha con una sabiduría incomprensible para el ser humano, puso fundamentos sólidos: los montes subieron, descendieron los valles y a las aguas les fue puesto límite. De una forma poética y muy hermosa, el salmista nos manifiesta que toda esa perfección que está frente a nuestros ojos, responde a la voluntad del creador. Debemos estar más en contacto con esa creación de Dios para alabarle con regocijo y exaltarle por toda la belleza que nos ha dado.

3. Dios sostiene la naturaleza (v. 10-23). Luego el salmista nos va a afirmar que Dios sigue presente en su creación y la sostiene, no la ha abandonado a su “suerte”, sino que sigue presente en cada uno de sus elementos. Las aguas de los manantiales van a los arroyos porque Dios las sigue conduciendo, y sirve de sustento para la vida de cada uno de los animales. Dios los sostiene y está preocupado por la vida de cada una de sus criaturas. Pero, además, esas aguas dan de beber a la tierra para que produzca el sustento alimenticio de los animales y los hombres. Dios está atento de que cada uno tenga que comer y así la tierra de su fruto, pero también adorna los campos con los árboles que dan cobija a las aves, allí pueden hacer sus nidos y crecer sus polluelos, desde allí emiten sus cantos. Todo cuanto Dios ha creado es para beneficio de todas sus criaturas y no sólo del hombre. La destrucción de la naturaleza por la sola ambición del hombre de obtener riqueza y suplir su desmedido afán consumista, no está entre los planes de Dios. La creación toda no tiene valor en función de su utilidad para el hombre sino de todas las criaturas.

4. Exaltación de Dios por crear y sustentar la naturaleza (v. 24-30). La forma como funciona toda la creación, con sus diferentes ecosistemas y relaciones inter e intra bióticas, hace que el salmista nuevamente alabe la grandeza de Dios y reconozca que El sigue presente en su creación. Nos muestra a un Dios preocupado por los animales del mar, y nos dice que Dios siempre está renovando su creación, mueren algunos y nacen otros. El controla su creación; sin embargo, este hermoso equilibrio que Dios ha puesto en su creación ha sido alterado por la mano del hombre, a quien Dios constituyó como su cuidador y que se ha hecho su depredador y destructor. Miles de animales han desaparecido por la mano del hombre, en estos momentos muchos animales están al borde de la extinción pues el hombre los ha matado despiadadamente.

5. Regocijo y gratitud versus maldición (v. 31-35). El salmista concluye regocijándose en el Señor por toda su creación. Pero también concluye con una maldición hacia los pecadores; podemos inferir que, en este contexto, se hace referencia a quienes no cuidan la creación de Dios.

Este salmo es una invitación a comprometernos con el Dios que cuida su creación, a seguir su ejemplo, a proteger el medio ambiente y cuidar la tierra: las aves, los bosques, el suelo agrícola, los manantiales, los ríos, los mares, etc. No cerremos los ojos a lo que está sucediendo. No seamos cómplices de la destrucción de la creación de Dios con nuestra indiferencia.

SE AGRADECE SU DIFUSION

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